El encomiable hallazgo en el pabellón de la Navegación
Me faltaron sentidos para asegurarme si eran ateneístas o si eran hadas y duendes los que, sin desfallecer, trabajaban con tanto ánimo y a jornada completa durante aquella mañana de la víspera del día más grande de la ilusión infantil.
Para los que nos movemos en la prisa nos resulta difícil comprender cómo puede ser tan esencial una labor anónima cuyo único interés es ver la sonrisa de un niño que nunca han visto ni, posiblemente, volverán a ver.
Aquel pabellón se había transformado, se había convertido en un mundo de munificencia donde no se advertía el frio ni la adversidad. Allí sólo se cumplía con el magnánimo deber de dar más ilusión a la vida o más vida a la ilusión de los niños más desfavorecidos de nuestra ciudad.
La única gloria que buscan aquellos hombres y mujeres, de buena voluntad y extrema generosidad, es conseguir que unos niños reciban el regalo del ensueño y el encanto de la ilusión.
Hay ateneístas de la solidaridad, ateneístas que trabajan para que, en la calle, el día de la más anhelada ensoñación pueril sea una realidad, hay ateneístas que estudian para que la Cabalgata de los Reyes Magos sea cada año mejor y hay ateneístas que, en el citado pabellón, trabajan por el amor y la verdad. …¡Hay ateneístas para todo! Y, gracias a ellos, los niños volverán a vivir un ensueño otra vez. A todos ellos les dedico hoy el brindis de mi afecto seguido de mi navideño abrazo de admiración.
El propósito principal del Ateneo de Sevilla es llevar un poco de alegría a los niños, y como esa alegría es para ellos juguetes y dulces, los componentes de esta Casa se han vuelto proponer que la noche mágica del cinco de enero, Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, recorran las calles de la ciudad para que nuestros pequeños vivan su quimera, llenen sus inocentes almas con la ilusión y reciban el oro de los juguetes, el incienso de la alegría y la mirra del amor.
Como he llegado a la conclusión de que siempre habrá ateneístas que estarán al servicio de los más pequeños, sirva esta pequeña reflexión para manifestaros mi reconocimiento.
Carlos Gálvez Martínez
Secretario General del Excmo. Ateneo
Epifanía de 2015