Aquel joven ingeniero que apostó por salvar el Puente de Isabel II, la arteria que une Sevilla y Triana física y emocionalmente, recibió el homenaje que la ciudad le devia. Años después de aquel histórico 1977 tendría, además, que ser un profesional clave a la hora de terminar en plazo varias de las obras nuevas que estrenó la ciudad en 1992 con motivo de la Exposición Universal, de cuyo legado la ciudad sigue viviendo.
El alcalde, Antonio Muñoz, inauguró la plaza en homenaje al ingeniero Manuel Ríos, un espacio ubicado en los antiguos terrenos del Capote, a la vera de puente cuya salvación ha supuesto un hito en su vida, la de un profesional que se decidió a salvar una infraestructura singular cuando todos lo daban por perdido. Ríos se encomendó a su Cristo de la Buena Muerte como fiel hermano de los Estudiantes y al del Cachorro. Hizo las pruebas de carga tras tomar las decisiones oportunas que le dictaba su magisterio en ingeniería y el puente respondió al cien por cien. Hasta hoy. Los hermanos mayores de las dos cofradías tuvieron el gesto de estar presentes en el acto.
A la inauguración asistieron dos políticos clave en la consecución del homenaje: el teniente de alcalde y delegado del Distrito casco Antiguo, Juan Carlos Cabrera, y Rafael Belmonte, concejal del PP. No faltaron el portavoz de Ciudadanos, Álvaro Pimentel, y la presidenta del PP de Sevilla, Virginia Pérez. Intervino además del alcalde, el viceconsejero de Vicepresidencia, Turismo, Justicia y Regeneración Democrática, Manuel Alejandro Cardenete. El sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, canónigo de la Catedral, bendijo la nueva plaza en presencia de las autoridades civiles. La ciudad salda una deuda de gratitud con un ingeniero de bandera. Manuel Ríos cuenta con la máxima distinción del Colegio de Ingenieros España, concedida recientemente en un acto celebrado en Madrid.