JESÚS MONTERO MARCHENA
D. Jesús Montero ha sido el paradigma del hombre nacido fuera de Sevilla, pero que incrustado en nuestra ciudad, ha vivido su vida con un ferviente sevillanismo, un sevillanismo a flor de piel, que paseó por nuestras calles con elegancia y buen gusto.
Su hombría de bien, su trato afable, su saber estar, ameno conversador y amigo de sus amigos, le configuraron como un personaje entrañable al que todos queríamos y admirábamos.
Había nacido en Getafe el día 11 de febrero de 1925. Pronto sus padres vienen a Sevilla y en ella, el doctor Montero, desarrolla su vida.
Estudia en su Facultad de Medicina y asiste con verdadera y fervorosa vocación a la Cátedra de Oftalmología del profesor D. Diego Díaz Domínguez, con el que mantendrá siempre una estrecha amistad. Terminada la carrera, pronto es nombrado, profesor auxiliar de clases prácticas.
Realiza la tesis doctoral, bajo la dirección y asistencia del profesor Díaz Domínguez.
Al inicio de su vida profesional tiene una cierta vinculación con la villa de Morón de la Frontera, donde obtiene plaza de Oftalmólogo de la Seguridad Social y llega a ser director de su Hospital, por oposición. Sin embargo, no deja su relación con nuestra ciudad y especialmente asiste y colabora con la cátedra de Oftalmología, haciendo permanentes viajes.
Animado por sus iniciales éxitos, decide casarse y formar una familia, con su gran amor María del Carmen Iruzubieta, de familia riojana, afincada de antiguo en Sevilla. Constituyen una pareja admirablemente unida, digna de imitación.
El Señor les concede dos extraordinarios hijos, Jesús y Mari Carmen. En la actualidad los dos son oftalmólogos con renombre propio y gran dedicación a la especialidad.
Aprueba las oposiciones a médico de la Marina Civil, como un paso más de sus inquietudes profesionales.
Aproximadamente en los primeros años de la década de los sesenta, vuelve a Sevilla, donde se incorpora de pleno en la Facultad. Obtiene el Primer Premio Nacional de Investigación Armaur. Y a renglón seguido, los premios de las Reales Academias de Murcia, Valladolid y Sevilla, con la titulación de Académico Correspondiente.
En paso más adelante, es nombrado por elección directa, Académico Correspondiente de la de Doctores de Madrid y de la de Barcelona.
En su afán de perfeccionarse, asiste a las clínicas de los profesores Barraquer y Castroviejo.
Toma parte en las oposiciones nacionales a profesores adjuntos, para pasar a profesor titular de Oftalmología en la Facultad de Medicina de Sevilla, Cátedra del profesor Piñero Carrión. En ella permanece hasta su jubilación, dejando un amplio currículo de trabajos, investigaciones, dirección de tesis, asistencia activa a congresos nacionales e internacionales, etc.
Siente una visceral pasión por su especialidad médica, que le lleva a idear ciertos aparatos que perfeccionaran las intervenciones sobre el ojo. Los presenta en el Salón de Inventores de la Feria de Muestras de Sevilla, de los años 1966 y 1967, obteniendo Medalla de Oro.
Conferencia dentro del Ciclo Médicos Ilustres, dedicada a D. Jesús Montero Marchena, 13 de febrero de 2006.
Preside el Instituto Andaluz de Biotecnología y fue consejero del Centro Radiológico Computarizado.
También funda el Centro de Especialidades Oftalmológicas.
Por toda esa labor, le fue concedida en el mes de enero de 1983, la Medalla de Alfonso X el Sabio.
En los últimos años, vio coronada una de sus más recónditas ilusiones: El día 22 de mayo de 2005, ingresa como académico de número en la Real Academia de Medicina de Sevilla, con el discurso reglamentario que titula simplemente “El Color”.
La respuesta corrió a cargo del catedrático D. Juan Ramón Zaragoza Rubira.
El postrero reconocimiento le vino de parte del Colegio de Médicos y del Ateneo sevillano, con el nombramiento de “Médico Ilustre de Sevilla”, que premia una trayectoria de trabajo y dedicación. La presentación corrió a cargo del catedrático don Juan Antonio Carrillo Salcedo.
Pero el doctor D. Jesús Montero era, además de un científico, un espíritu inquieto y humanista.
Su gusto por la pintura, al igual que ocurre en los grandes pintores, pasó por unas épocas bien delimitadas, hasta llegar a la concepción de un arte plasmado con técnica propia valiéndose de tinta china sobre tabla.
Es una pintura personal, no adscrita a una tendencia determinada, en la que tonalidades de un mismo color o cruces inverosímiles, conducen a una percepción sugestiva que escapa de la simple contemplación, para pasar a provocar especiales percepciones sensitivas e imaginativas. Por ese tipo de concepción de la pintura, obtuvo Diploma de Honor Especial, por la “International Fundation”, en reconocimiento de su labor por el progreso del Arte Moderno. Participó en exposiciones en España, Estados Unidos, Méjico, Reino Unido y China.
También le apasionó la creación literaria, de un modo especial la composición poética de tipo japonés llamada Haiku. Su libro En las orillas del Haiku, es un magnífica exponente. Otro libro, este póstumo, en unión del profesor Fernando Rodríguez Izquierdo, se titula Un Haiku en el arco iris. Perdimos al gran amigo y gran hombre, después de una triste enfermedad, el 23 de junio del año 2006.